- Cada niño tiene sus tiempos y hay que respetarlos. Si bien es importante estimular a nuestro hijo, no es bueno obligarlo a que llegue a la meta si todavía no está maduro para hacerlo.
- Hablarle con frecuencia (pero no agobiarlo) y no sólo para darle órdenes sino, sobretodo, para preguntarle y explicarle cosas.
- Conversar con él mientras realiza tareas placenteras como jugar, bañarse, pasear o leer y hacerlo con un tono cariñoso y alegre.
- Es importante que siempre se le hable al niño utilizando palabras con sentido, aunque por el momento no las entienda, en lugar de sonidos guturales, que almacenará en su cerebro sin una utilidad posterior.
- No corregir las palabras que expresa de forma inexacta, sino repetirlas correctamente: a su “ayó bela”, podemos asentir con “sí, sí, adiós abuela”.
- Tratar de completar sus frases para enriquecer su lenguaje.
- Felicitar sus logros con una sonrisa y un elogio.
- Evitar toda comparación, pública o privada, con sus amiguitos.
- Escucharlo con paciencia y hacerle sentir que lo que nos cuenta nos interesa. Con ello aprenderá que, para que una verdadera conversación se establezca, es tan importante hablar como escuchar.
Fuente:Madres Hoy
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